Como
consecuencia del crecimiento urbano también crecieron los usuarios de
automóviles y de teléfono. Las familias mexicanas tenían nuevos patrones de
consumo y nuevos estilos de vida, introdujeron en sus hogares aparatos
electrodomésticos indicadores de modernidad como: lavadoras, refrigeradores,
tocadiscos, televisores, entre otros.
A
lo largo de la historia no ha habido precisamente un apoyo constante al
crecimiento de las actividades agropecuarias. Las demandas de tierra por parte
de los campesinos fue el estandarte que se sostuvo durante el movimiento
revolucionario. Sin embargo, al término de la Revolución mexicana se veían los
campos descuidados.
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